Estos días mi hermano me ha traido un excelente regalo de Portugal, una cataplana que ya estoy deseando estrenar. Para los que no la conozcan, se trata de un curioso recipiente, a mitad de camino entre cazuela y sartén, que se utiliza sobre todo en el sur de Portugal para cocinar guisos de pescado, sobre todo,  aunque los usos pueden ser muy variados.

La ventaja de la cataplana es que permite una cocción rápida al vapor, ya que incorpora una tapa ajustable, que se fija con unas presillas al estilo de las antiguas fiambreras metálicas. Los guisos que se preparan en ella, como ocurre con nuestra paella, adquieren el nombre del recipiente, por extensión, y así se habla de cataplana de almejas, de pulpo, etc.

Las tradicionales son de fino latón, por lo que se deben “curar” con una mezcla de vinagre y agua antes de su primer uso. La que me han regalado es una versión más moderna y de fácil mantenimiento, de acero inoxidable. Tiene forma semiesférica y, si se quiere, se puede quitar la tapa, que es desmontable. La base recuerda a un wok, por su forma semiesférica.

De hecho, la mayoría de las veces el plato comienza usando sólo la base, donde se prepara un sofrito, al que luego se añade el resto de ingredientes, normalmente pescado o marisco, que luego se mojan con algo de agua o vino. Una vez tapada se cocina al fuego, aunque se puede meter en el horno igualmente, si queremos una cocción más lenta. El plato se sirve en la misma olla, que se lleva a la mesa tapada.

Las ventajas de la cataplana son evidentes, al cocinarse con la tapa ajustable no se pierden jugos y los guisos quedan muy sabrosos. Pronto estrenaremos nuestra cataplana con alguno de los platos de la mejor cocina portuguesa. Una cocina sana y natural que no se debería perder.