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Ayer estuve de excursión por los montes con unos amigos, que me querían enseñar a recolectar los endrinos silvestres, ciruelos silvestres (Prunus spinosa, patxaran) que crecen en muchas zonas rocosas de la provincia. Y es que es en esta época cuando están maduros los pequeños frutos de este arbusto espinoso, que a simple vista se pueden confundir con los arándanos. Creo que no mucha gente conoce que existe esta planta por las sierras malagueñas.

Este arbusto silvestre es el antepasado de nuestros ciruelos de cultivo actuales, y sus frutos es cierto que recuerdan en textura y en sabor a las ciruelas, pero mucho más pequeños, y con un intenso sabor amargo y áspero que los hace poco adecuados para consumirlos directamente. A pesar de ser de color violáceo oscuro, el interior de los frutos es rojo intenso, color que aportan a la más famosa elaboración que se prepara con ellos, el pacharán, que seguro todos conocemos.

Y es que este es nuestro objetivo, elaborar pacharán casero con estos frutos silvestres. Una vez llegamos al lugar, empieza la laboriosa recolección manual, que además se ve dificultada por lo espinoso del arbusto, así como de las zarzas y otras matas que se mezclan con los endrinos.

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Según leo en el Dioscórides, también se secan los frutos, para hacer pasas de endrina, aunque su mejor uso es frescos. Las flores se pueden preparar en infusión para hacer una tisana ligeramente laxante. Los frutos, sin embargo, son astringentes, sobre todo preparados en infusión con agua y azúcar, haciendo un rico jarabe rojizo, usado para combatir la diarrea.

Al final, tras varias horas, conseguimos cantidad suficiente para hacer al menos una botella de pacharán por persona, así que decidimos volver, un tanto magullados en los brazos. Una vez en casa conviene conservarlos refrigerados hasta el momento de usarlos, o incluso se pueden congelar si no se van a utilizar de inmediato.

En próximos días os explicaré con detalle la elaboración casera del pacharán.

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