© José Maldonado

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Aparte de los mercados municipales, en Galicia, como en muchas otras partes, es costumbre que los artesanos  y agricultores se acerquen a las plazas a vender directamente los productos de sus huertos y granjas, una costumbre que seguro viene de tiempos medievales, y que ahora parece que está de moda con los movimientos de agricultura ecológica y de locavorismo

Modas aparte, nada mejor que comprar los grelos y otras verduras locales a la señora que los cultiva, o un queso artesano como el que compramos a una señora en la plaza de Betanzos, además de unas estupendas manzanas. Hoy era sábado y tocaba mercadillo en Arteixo, a escasos metros de su balneario, y allí hemos comprado pan de Carral, bollo de azúcar, orujo de hierbas y algunas frutas.

Prácticamente cada pueblo importante tiene su propio mercado, una o dos veces a la semana, y merece la pena visitarlos, es una forma cómoda de conocer los productos locales. Hoy he descubierto que venden también las semillas de los grelos (o nabizas, como las llaman también), unos guisantes frescos desgranados increibles, y una variedad de judías amarillas muy curiosas, que no conocía.

© José Maldonado

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También encontramos un tipo de alubias secas, algo mayores que las fabes, pero más pequeñas que las de la Granja, que deben ser las ideales para el caldo gallego. Las famosas patatas gallegas despliegan aquí toda su variedad, y me llaman la atención unas patatas muy pequeñas, como nueces, que se cocinan con su piel. También hay tentadores puestos con quesos, panes y enormes bizcochos, que se venden al peso, en trozos, y vendedores de embutidos, como chorizos ahumados, lacón y panceta ahumada.

Hay que contenerse para no comprar en exceso. Pero la visita es satisfactoria, y sobre todo los precios muy baratos. Ya en pocos días volvemos a Málaga, así que aprovecharemos al máximo los días que nos quedan.