Casa Aranda

Hay pocas cosas tan españolas como los churros. En Málaga, uno de los clásicos lugares de toda la vida, junto al Mercado de Atarazanas, en calle Herrería del Rey, es Casa Aranda, (mapa) una auténtica institución desde hace más de 75 años. Parada obligada de amas de casa en su ajetreo mañanero, pero también de empleados en su descanso del café, o de gente menos ocupada y turistas, los menos.

Lugares para comer buenos churros en Málaga hay muchos y muy buenos, ya sea en cafeterías en las que pende el cartel “Hay churros con chocolate”, como en las muchas churrerías de barrio que huelen por las mañanas a gloria bendita.

Afortunadamente, las modas de la nueva cocina no han llegado al churro, y espero que así sea y respeten esta maravilla. En Casa Aranda no hay opción, no se te ocurra pedir un bocadillo ni otra cosa que no sean churros. Se pide por personas: churros para uno, para los solitarios, los menos, churros para dos, para tres,..

Para mojar, el chocolate a la taza es riquísimo, lo sirven directamente de una gran jarra humeante, o el café, Santa Cristina, de Málaga, claro, con sus infinitas variedades que sólo aquí se conocen (esto daría para un largo artículo, café corto, cortado, nube, sombra, mitad, etc.)

 

Por las mañanas es una continua ida y venida de los camareros, y según qué hora cuesta encontrar mesa, y eso que son ya varios locales que ocupan casi toda la calle. Por las tardes, para una clásica merienda, la cosa suele estar más tranquila. También puedes hacer un «take away», ya inventado hace lustros aquí, con un mostador a la calle donde puedes hacer el pedido.

Pero si quieres un lugar algo más “íntimo” y recogido, nada como el Café Madrid, en la cercana Calle Calderería, arriba de Larios, pequeño y coqueto. Lo mejor su salón de la primera planta, con sus mesas de mármol y su aire art-decó bien conservado.

Invita a la conversación, a ver pasar la gente a través de los ventanales, y allí me siento como en casa (me estoy poniendo sentimental, perdón :-). En las mañanas de invierno gusta tomar tu café al solecito que entra por los ventanales. No es una churrería, pero no hay que dejar de pedir los churros “madrileños”, como se llaman aquí, más pequeños pero muy ricos también.

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